Para los Boardman, el lujo de su casa en Long Island, Nueva York, está en la armonía y el gran relax.

Suavamente, cada primavera, un par de patos caen sobre la piscine que de hacia las frías aguas de la cuenca Long Island Sound. Mientras las ramas grises de los robles de 250 años, con sus frescas johas verdes, iluminan la práctica de los patitos sobre las aguas templadas de la piscine, que se preparan para salir al mar abierto. “Me gusta pensar que es la misma familia de patos que viene todos los años”, dice Dixon Boardman, el encantador gerente financiero que ha supervisado el santuario de los pájaros por unos 20 años.

Aún cuando sus impresionantes jardines y céspedes pasaron por un proceso de renovación como cada año, su casa de ladrillo sí sigue siendo la misma de siempre.

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